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martes, 26 de mayo de 2020
martes, 30 de enero de 2018
De lo perdido y lo vivido en 2017
2017 va a pasar en la historia de los
telefonistas como el año de las prórrogas del emplazamiento a huelga. Fue la
táctica empleada por Hernández Juárez para encarar la partición de Telmex. Sin
embargo, lo que ha definido el rumbo del conflicto no son las prórrogas sino
dos movilizaciones en particular: la primera, el mitin realizado el 26 de julio
de 2017 junto con la política de alianzas orquestada por el dilatado líder,
donde se patentó el apoyo del sindicalismo y de las organizaciones sociales
activas, junto con el respaldo previo del Congreso del Trabajo y el
involucramiento del Secretario de Trabajo; y la segunda, la falta colectiva del
5 de septiembre, que produjo el encuentro del Ejecutivo con el principal dueño
de Telmex y el STRM, donde el Sr. Slim se pronunció por el respeto a nuestros
derechos y a la integridad del sindicato, aunque cabe resaltar que no lo hizo
contra la partición de Telmex.
Ya veremos si en
plena carrera por la presidencia de la República el capítulo final termina con
el desistimiento de la separación o partición de Telmex, o si ésta se divide
pero con el respeto de los derechos, de la plantilla de telefonistas y de la
interlocución del STRM, o con el prolongamiento del conflicto hasta que el
nuevo Presidente esté en condiciones de negociar con las principales empresas
de telecomunicaciones, incluido Grupo Carso y el sindicato mismo.
Mientras tanto, la
ofensiva contra nuestra materia de trabajo y contra el sindicato mismo durante
2017 nubló una serie de afectaciones a los telefonistas. En el terreno
económico, las afectaciones fueron las siguientes:
1.
Empezamos
el año perdiendo nuevamente 1.53% de nuestro salario tabulado por el impuesto a
la parte no exenta del fondo de ahorro. La decisión del IFT sobre la separación
funcional le dio a los dueños de Telmex y al
cuajado líder el pretexto perfecto para ya no insistir en la demanda contra
dicho impuesto.
2.
Pérdida
neta del 21% del reparto de utilidades por las afectaciones que tuvo Telmex por
las imposiciones tarifarias del IFT.
3.
Pérdida
aproximada del 1.5% de nuestro salario tabulado que se embolsó el mago de los
seguros sindicales, el Sr. Macooley.
4.
Lo
que se perdió de la revisión salarial para el control de los delegados y convencionistas
(gastos de asambleas y convenciones y por revisión salarial) y para los
negocios de dudosa rectitud en la remodelación y construcción de edificios sindicales
que benefician a algunos miembros de la familia real. Todo esto equivale a 0.5%
del aumento salarial.
La suma de estas
pérdidas equivale al 3.53% del salario tabulado que, restado del 5.2% que
tuvimos de aumento salarial el 25 de abril (4.2% directo al tabulador y 1% en
prestaciones), al final nos quedaba solamente un 1.67% de aumento al tabulador.
Este micro aumento terminó desvaneciéndose por el impacto de la inflación que,
por ejemplo, en el caso de las gasolinas pasó de $14.81 la Premium en diciembre
de 2016 a $18.48 un año después, en diciembre de 2017.
En el plano sindical
se acentuó la represión de parte del Secretario General hacia las voces
discrepantes. No solo se conserva el clima de control autoritario mediante la
suspensión de los derechos sindicales a los compañeros que se atreven a
criticar la política empresista del eterno Secretario, sino que se acentuó con
la expulsión y rescisión del contrato laboral de la mayoría de los miembros del
Comité Ejecutivo Nacional del sindicato democrático que tienen los trabajadores
de la Caja de Ahorro de los Telefonistas.
Mientras que se
inflan enormemente los costos de la construcción de las nuevas instalaciones de
la Caja de Ahorro de los Telefonistas en beneficio de los familiares del
Secretario General, por el otro lado la enorme, escandalosa y gigantesca
proliferación de las empresas contratistas y subcontratistas que se exhibió con
toda su fuerza a mediados de año cuando Telmex impulsó en los hechos la
separación funcional de la planta externa, reveló el gran daño que ha provocado
en nuestra materia de trabajo y en la fuerza del sindicato.
Esta pérdida de
materia de trabajo que solapó e impulsó el mismo Secretario General y su equipo
más cercano de familiares y comisionados, tanto en la vía de los hechos como en
las negociaciones de los últimos 20 años, debilitó tanto al sindicato y
particularmente a la investidura del Secretario General mismo, que Telmex
olímpicamente lo dejó fuera de las negociaciones con el IFT a fines de 2016 y
comienzos de 2017, y que los dueños de Telmex hubieran impulsado desde el IFT
la partición de la empresa, como el mismo Hernández Juárez reconociera a
mediados de año. Aunque derivado de la falta colectiva el Sr. Slim se pronunció
por el respeto a nuestros derechos y a la interlocución del STRM en la
negociación que tuvieron a fines de noviembre con el Ejecutivo, sin embargo no
se pronunció contra la separación funcional, como lo detallamos en otro
artículo de este número.
Si además de convocar
al movimiento social a solidarizarse en nuestra próxima revisión contractual,
el Secretario General dejase de controlar al sindicato con el garrote en la
mano contra las voces que podemos opinar distinto a él, y si respetara los
mecanismos democráticos de la vida interna, el sindicato se vería fortalecido
en su lucha por evitar la partición de Telmex.
Lo que hicieron los
directivos de Telmex a mediados de año en el sentido de avanzar en los hechos
hacia la partición de la empresa no debemos olvidarlo. ¿Ya dieron marcha atrás?
¿Ya dejaron de contratar personal para Macronet? ¿Ya dejaron de vender en línea?
¿Ya desactivaron a las filiales en las contrataciones? Si no es así, esto es lo
urgente a resolver. La revisión contractual debiera ser el momento para lograr
una reducción sensible del peso de las filiales y para rescatar esa gran
cantidad de materia de trabajo perdida por la sumisión a los intereses de los
dueños de Telmex.
lunes, 17 de abril de 2017
Sobre la partición de Telmex
Separar en una empresa diferente a Telmex la red local y lo que denominan infraestructura pasiva (torres, postes, ductos, pozos, registros, estaciones, radiobases, sitios de transmisión “y los demás existentes”) implica partir en dos a Telmex. El Instituto Federal de Telecomunicaciones, brazo gubernamental de los grandes oligarcas de las telecomunicaciones en nuestro país, incluido el emporio de los Slim, impuso que esta nueva empresa se quede con los servicios mayoristas relacionados con dicha red local y la infraestructura pasiva.[1]
Pero hay otros servicios mayoristas que no están relacionados con la red local y los postes, ductos, pozos, etc. De estos, Telmex dice que el IFT decidió lo siguiente: “El resto de los servicios mayoristas serán prestados por una unidad de negocio en Telmex-Telnor distinta a la que presta los servicios de telecomunicaciones a usuarios finales.”[2]
Esta unidad de negocio puede ser un área dentro de Telmex-Telnor, una filial o una subsidiaria. En realidad el IFT no especifica.
Y la pregunta central sigue siendo la misma: ¿En realidad con esta imposición del IFT Telmex dejará de ser empresa dominante y el mercado se repartirá entre otras empresas en las que ninguna concentre más de la mitad? Y la respuesta también sigue siendo la misma: NO.
No, porque la separación es una medida organizacional y administrativa. Las otras medidas: facilitarle a las empresas competidoras el uso de la red de Telmex casi gratis y brindarles gratis la tecnología con que cuenta Telmex,[3] no va a provocar un cambio drástico en la estructura del mercado mexicano de las telecomunicaciones porque el problema central es de inversión.
¿Los usuarios preferirán irse con una empresa revendedora u otra de telecomunicaciones que no cuente ni con la tecnología ni con la infraestructura para garantizar la calidad del servicio que vende porque no está dispuesta a realizar las grandes inversiones de capital que demandan las telecomunicaciones? NO.
Solo con grandes inversiones de capital por parte de empresas como ATT, Telefónica, IZZI y Telmex misma es posible reconfigurar el mercado de telecomunicaciones. Pero la gran limitante de esto es que no es económicamente viable meterle tanto dinero a esto mientras tengamos un país con el 80% de su población en condiciones de pobreza. Estas son las consecuencias de las políticas públicas de los gobiernos neoliberales de mantener una mano de obra baratísima, precarizada, como gancho para atraer capitales externos.
De esta suerte, lo que tendremos con las medidas del IFT será una destrucción gradual del mercado de telecomunicaciones, su achicamiento, y con ello una desindustrialización de la rama, pues para ninguna empresa resultará rentable invertir grandes masas de capital cuando la ganancia no está garantizada con este nuevo esquema regulador.
De momento, de los 3,883 concesionarios y 1,197 permisionarios y autorizados existentes[4], los peces gordos sacarán jugo de esta regulación, pero será producto de cómo quede negociado el saqueo a Telmex-Telnor. Y después de esto, el debilitamiento de las telecomunicaciones.
Las dos decisiones administrativas y organizacionales le benefician a Telmex-Telnor: la separación de la red local y la pasiva en una nueva empresa, más una nueva división que se lleve el mercado mayorista, disminuirán el peso de los Activos Totales, bajarán los costos y también el pago de impuestos. Todo esto hará subir sus ganancias en plena tormenta regulatoria.
Los grandes perdedores, si lo permitimos, seremos los trabajadores, particularmente los de Telmex, pues constituye un gran golpe al contrato colectivo de trabajo, al partirse casi por la mitad. Esto le brindará la ocasión al patrón para tratar de afectar nuevamente las prestaciones. Al separar la red local y la infraestructura pasiva, los telefonistas que vayan a caer en esta nueva empresa entrarían en la incertidumbre de una negociación donde en el mejor de los casos sus derechos actuales quedan amparados, pero no así los de los trabajadores de nuevo ingreso. Como se ha visto, a estos últimos se les rasuran las principales prestaciones y los que ganan son los dueños del negocio.
La sola partición debilita el contrato colectivo de trabajo. Y con el vetusto líder, sumiso a los intereses de la familia Slim, la negociación para preservar sus derechos ahora en la nueva empresa se convierte en una gran oportunidad para los dueños de Telmex de reducir los costos a expensas del telefonista.
Pero los telefonistas que se queden en Telmex-Telnor también salen perjudicados porque reducida su plantilla casi a la mitad, se debilitará su fuerza de acción y de negociación. Divide y vencerás.
Todas estas razones no dejan lugar a dudas: los trabajadores sindicalizados que componen todo el sindicato de telefonistas debemos impedir la fractura de Telmex, porque equivale a impedir la fractura de nuestro contrato colectivo de trabajo y de nuestra fuerza.
Nosotros afirmamos categóricamente que no es necesario partir en dos o tres empresas a Telmex para que se cumplan los requisitos del IFT en torno a la dominancia y por lo tanto, no es necesario tampoco afectar nuestro contrato colectivo de trabajo.
Como se presentan las cosas, el golpe a nuestro contrato colectivo viene tanto de parte del gobierno federal a través del IFT como de los mismos dueños de Telmex, y no dudamos que estén acomodando las piezas para que más adelante le autoricen a Telmex la transmisión de señales de TV a través de esa nueva empresa producto de la partición o mediante una filial, en caso de que impidamos la fractura de Telmex.
Hernández Juárez ha establecido un plan de movilización, hasta llegar a la huelga, aunque esto último nunca lo ha llevado a cabo. Las 4 huelgas de 1978, 1979 (2) y 1980 fueron decisión de la base; él estuvo en contra de las cuatro huelgas, aunque ya se sabe el caminito de aceptar nuevas empresas con contratos colectivos precarios o incluso con contratos de protección, aunque eso sí, cobrando las cuotas sindicales.
Hoy, como en otras ocasiones, es nuestro deber la defensa del CCT que nos heredaron otras generaciones de telefonistas; que lucharon, se sacrificaron, fueron a huelgas, algunos fueron encarcelados, otros fueron despedidos y hoy no gozan de jubilación, y aun así no se rindieron por conseguir mejores condiciones de vida para las generaciones futuras. No tenemos derecho a defraudar a esos compañeros, ni a nosotros, ni a los que vienen después de nosotros.
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